martes, 14 de febrero de 2017

Animación que pega fuerte

Que tenga las reseñas de películas tan abandonadas no significa que haya dejado de acercarme al cine cuando tengo oportunidad. Como acostumbro últimamente y por una mera cuestión de tiempo, voy a comentar las tres películas de animación que vi a lo largo del 2016 de forma breve en una sola entrada.


Sé que es algo paradójico comenzar esta entrada con una película que se estrenó en 2013 pero fue precisamente Kaze tachinu (El viento se levanta) la primera película de animación como tal que vi el año pasado, más o menos por estas fechas de hecho, después de años en mi lista de pendientes (como tantas otras películas de Ghibli que aún a día de hoy no he encontrado el momento para ver...). Esta película es descaradamente japonesa se mire por donde se mire y rezuma esa sensibilidad tan particular de los nipones y, especialmente, de aquellos títulos producidos en el seno del Studio Ghibli. El protagonista es el japonés perfecto, obsesionado con el deber, con la perfección, y cargando sobre sus hombres muchas más responsabilidades de las que en realidad le corresponden, imbuido en una nostalgia sempiterna. Recuerdo que fue bastante decepcionante descubrir que aunque la figura de Jiro Horikoshi existió, lo que se nos muestra en Kaze tachinu no es más que una biografía ficticia: su vida real guarda poco parecido con el protagonista de esta película. De hecho, la intrincada historia de amor entre Jiro y Naoko está basada en una novela autobiográfica de Tatsuo Hori en que el autor narraba su romance con su prometida; es decir, que la película mezcla un personaje histórico con un libro totalmente independiente para darle el dramatismo y poesía que requería el director. Personalmente, no creo que pertenezca a una etapa muy brillante del famoso estudio aunque no deja de ser un visionado interesante.


Me da la sensación de que Zootopia (Zootrópolis aquí en España) ha pasado muy desapercibida entre el público, quizá eclipsada por la anticipación por Moana, a pesar de que creo que es la que está más trabajada a nivel de guión. Irónicamente, hasta me sorprende que se encuentre entre las nominadas a los Óscar aunque supongo que no había mucho dónde escoger (¿hola? ¿Kimi no na wa? Que no la he visto pero con la crítica que tiene...) y, en cualquier caso, dudo mucho que gane. Zootopia nos muestra un mundo poblado por animales antropomórficos, con todos los clichés que se asocian a cada especie pero jugando a la vez con personajes que rompen los estereotipos (hasta cierto punto), en especial la protagonista Judy Hopps que, a pesar de ser coneja, desde muy pequeña decide que quiere ser agente de policía y, por mucho que se rían de ella, persevera en su esfuerzo hasta conseguirlo. Como es de esperar, el principal mensaje de esta película es una crítica hacia la discriminación, fomentando una actitud de tolerancia hacia los que no son como nosotros, extrapolándolo al hablar de especies distintas tradicionalmente enfrentadas como son el zorro y el conejo pero sin dejar de ser una metáfora de los distintos grupos étnicos. Crítica encubierta a parte, vi esta película en la soledad de mi asiento de avión hacia Jakarta, rodeada de pasajeros soñolientos, incapaz de dormirme hasta que terminara y casi me quedé con ganas de revisionarla en el propio vuelo de lo que me gustó. Tiene un poco de todo, humor a raudales (infinitos chistes basados en los infinitos estereotipos sobre animales), crecimiento personal, suspense (creo que ya lo comenté antes pero tiene la mejor trama de las películas reseñadas en esta entrada), y la mejor pareja protagonista que he visto en mucho tiempo.


Con aquello de "segundas partes nunca fueron buenas" siempre en la cabeza, fui al cine con optimismo a ver Finding Dory (Buscando a Dory), animada por el trailer y con el buen sabor de boca que siempre me deja ver Buscando a Nemo. Dory es protagonista indiscutible de una película en la que ni Marlin ni Nemo aparecen apenas estando su "extravío" un poco cogido con pinzas aunque es un punto de partida necesario que le concedemos a los apurados guionistas. En este caso, se trata de una película construida sobre diálogos entrañables y referencias más que sobre un guión bien construido que, de hecho, tiene un despropósito por desenlace. El mayor pilar del largometraje es la propia Dory, sacándole sonrisas al espectador cada vez que abre la boca; sonrisas que se convierten en carcajadas cuando entra en escena su nuevo contrapunto, Hank, todavía más desagradable e hipocondríaco de lo que ya era Marlin. Como ya sucediera con Buscando a Nemo, en esta segunda parte se insiste incluso más en la importancia de cuidar el medio ambiente y respetar todos los seres vivos. Se enfatiza mucho que las instalaciones por las que corretean Dory, Hank, Marlin y Nemo a lo largo de la película no son un acuario sino un centro de recuperación de animales marinos cuyo objetivo último es retornar a los animales que hospeda al océano.


Moana (o Vaiana en España) es la renovada (y mejorada) princesa Disney que, todo sea dicho de paso, reniega de tal denominación. A diferencia de Frozen (una película con un mensaje más que cuestionable, en muchos aspectos), Moana nos muestra una protagonista fuerte, responsable, honesta, con ganas de aprender y de ser autosuficiente, en cuya sabiduría e intuición pueden confiar todos los habitantes de la isla. Me parece muy loable que esté dispuesta a sacrificar sus propios deseos por el bien común a pesar de ser tan joven pero mejor aún es que quiera activamente aprender a navegar para poder hacerse a la mar ella sola, sin tener que depender de nadie. De hecho, es la primera princesa Disney desde Merida a la que no se empareja a lo largo del largometraje y, a diferencia de en Brave, sus padres no parecen tener prisa en buscarle marido porque la tarea como jefa de poblado recae en ella y no en su futuro cónyuge. Tanto en el apartado gráfico como musical, Moana destaca también y, ahora sí, como la mejor película de animación que vi el año pasado. El diseño de personajes y la escenografía son una maravilla mientras que la banda sonora es de aquellas que buscas enseguida en Spotify para escuchar unos cuantos días sin parar. Se nota que le pusieron mucho mimo al estudio de la cultura de la región para representarlo de forma fehaciente en la película. Un trabajo muy bien hecho. Quizá sea el guion su punto débil pero tampoco esperaba que destacara en ese aspecto una película de estas características.

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