sábado, 31 de diciembre de 2016

Terminando manga

Qué mejor entrada para terminar el año que una en la que recopilo diversos títulos manga que he terminado de leer durante el 2016. Evidentemente, va a contener spoilers hardcore de todos los títulos que comento, ¡avisados estáis! Tristemente, dos de las cinco obras me decepcionaron tanto que decidí no conservarlas, espero que sus nuevas dueñas las disfruten más que yo...


El primer título que se fue directo al mercadillo fue Aoha Ride, lo cuál no creo que sea ninguna sorpresa para nadie porque hacía varios tomos que los personajes estaban empezando a cabrearme más de lo tolerable. De hecho, puede que este último tomo sea de los mejores del manga ya que no se centra en los insufribles protagonistas, cuya trama quedó zanjada en el penúltimo tomo, sino en secundarios como Murao y Kominato aunque tampoco es que estos dos lo arreglen mucho. Por supuesto, la autora se sentía culpable por lo que le hizo a Kikuchi y le buscó pretendiente rápidamente... aunque parece que Tanaka (senior) no se merecía esa deferencia (así siempre puede colar un capítulo extra de Aoha Ride en su próximo shôjo). Es la historia de siempre, sólo puedes ser feliz si tienes pareja potencial (aunque sea una niña que no conoces de nada). En realidad lo mejor del tomo es el capítulo extra donde la autora retoma a los protagonistas de Strobe Edge, que siguen tan adorables como siempre (lo cuál es un soplo de aire fresco después de tantos tejemanejes entre Futaba y Ko). Aoha Ride me ha dejado tan fría que no tengo nada más que comentar, ni bueno ni malo, así que no esperéis una reseña global de la serie porque no la habrá.

¡Y culpable tienes que sentirte!
Tres cuartos de lo mismo con Life. Desde que hice la primera maratón con este manga que había algo que no me acababa de encajar y, en lugar de solventarse con el paso de los tomos, ha ido a más. La propia autora lo reconoce al finalizar la obra en una especie de carta a los lectores: como su objetivo era llamar la atención sobre el bullying, decidió que su retrato del mismo en Life fuese deliberadamente exagerado, mostrando situaciones límite que no son, ni de lejos, las habituales en la mayoría de casos de acoso escolar. Si el secuestro, intento de violación y la huida del edificio en llamas ya me parecieron dramatizaciones innecesarias, el intento primero de asesinato y luego de suicidio de Manami convierten este falso retrato en una burda parodia. El acoso escolar per se ya es dramático cuando estudiantes de secundaria le hacen el vacío a otro por ser diferente, cuando lo humillan, lo insultan y le hacen la vida imposible por el puro placer de sentirse superiores. No hace falta alentar a unos gamberros a violar a una compañera para que sea algo peligroso y denunciable.


Por si esto no fuese poco, después de diecinueve malditos tomos de sufrimiento continuado de Ayumu parecía que la autora por fin le iba a dar algo de tregua y ¿qué se le ocurre? separarla de Miki de forma indefinida, de su único apoyo, de su mejor amiga, de su rayo de luz. Puedo entender que la autora quiera dar a entender que Ayumu ha madurado con todo lo que le ha pasado y que por fin es capaz de valerse por sí misma, se ha recuperado del acoso y está preparada para convertirse en la luz de otra persona. Pero no hacía ninguna falta separarla de Miki de esa forma, ya no porque sea cruel hacia la protagonista sino hacia la propia Miki, que a la pobre le ha pasado de todo también, ha llevado una vida incluso más dura que la de Ayumu y la autora nunca se ha apiadado realmente de ella, ni siquiera al final.

Encantada de haberse conocido
De traca me parece ya que sea Manami la que le tenga que pedir a Ayumu que la denuncie y, ENCIMA, Sako se va de rositas después de haber sido el personaje más rastrero y miserable del manga, incluso más que Manami. Otra cosa que me repatea es el papel que juegan los adultos en este manga; todos son desalmados o egoístas o incompetentes o irresponsables... o todo a la vez. Que vale que los adultos no son, ni mucho menos, perfectos pero es que en Life no hay ni uno medio decente como ser humano. De verdad, Life trata un tema muy serio y transmite una serie de mensajes muy importantes pero, por otro lado, la puesta en escena de la autora me parece tan desproporcionada que al final resulta ridícula. ¿Qué mensaje final quería transmitir Keiko Suenobu con un desenlace tan anticlimático? ¿Que la vida es una mierda? ¿Que la justicia no existe?


Pero no todo han sido decepciones, empezando por orange cuyo final me sorprendió muy gratamente ya que tenía mis reservas acerca de si la autora sería capaz de salir airosa del berenjenal en el que se había metido ella solita. Por supuesto, no hay una explicación plausible para la existencia de las cartas (creo que a estas alturas ya nadie esperaba una) y casi que agradezco que sea un tema que se obvie a que se intente inventar una (mala) razón pseudocientífica para un fenómeno sobrenatural. A cambio, nos ofrece por fin la visión del Kakeru que se suicidó, el que no fue capaz de sincerarse con Naho, ni con nadie, el que no supo soportar la carga de la muerte de su madre. Es más, el poso de esa tristeza patológica no se elimina por mucho que todo el grupo intente ayudar en ciertas cosas contando con las cartas como guía; no es tan sencillo, saberte querido no elimina un trastorno tan severo por arte de magia. De hecho, la depresión como tal raramente se representa con verosimilitud en la ficción y creo que Ichigo Takano está muy acertada en orange respecto a este tema. En otro orden de cosas, parece ser que la autora ha publicado algunos capítulos adicionales tras la finalización de la serie, ¡ojalá los recopilen en un tomo extra que sea susceptible de ser licenciado por Tomodomo en el futuro... (como el Bonus Track de Sakamichi)! La verdad es que hubiese preferido que vinieran de material extra en cada tomo en lugar de los capítulos de Astronauta en Primavera (soy consciente de que hubiese sido físicamente imposible por el ritmo de publicación japonés) que cada vez me han ido cansando más y más.


La que probablemente haya sido la mejor lectura manga del año, o una de ellas al menos, no es otra que Kids on the Slope. Como siempre, es un trágico accidente de tráfico el que precipita el final (no me canso de lamentarme repitiedo que este es uno de los tópicos más explotados en el manga y que es una lástima que no pueda escribir una entrada sobre el mismo sin incurrir en tantos y tan graves spoilers)Sen ha desaparecido dejando a Bon absolutamente bloqueado, tanto como para que se le crucen los cables y pretenda desahogarse con la santa de Ricchan. Que no lo estoy excusando, es que de todos los personajes que aparecen en este manga, del último que me hubiera esperado algo así es precisamente de Bon... En un claro proceso de duelo, decide distanciarse de todo y todos, se marcha a Tokio a estudiar medicina y corta casi de raíz con todos los amigos que tanto le había costado hacer. De hecho, me sorprendió un montón que al final siguiera con los designios de la familia porque en ningún momento muestra el más mínimo interés por dicha profesión... y esperaba el típico giro de guión tan manga de mandarlo todo a la mierda para haber acabado ejerciendo de músico de jazz o algo por el estilo. En ese sentido, el final es triste pero supongo que realista (para contrarrestar lo demás que no lo es tanto). Es esta época de distanciamiento la que le ayuda a valorar qué es lo realmente importante en su vida, haciendo gala del típico "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Yuki Kodama nos tenía reservado un final redondo, para poner punto y final a una historia que no ha decaído en ningún momento. Y, para todos los que nos quedamos con ganas de seguir leyendo las aventuras de este trío, nos queda todavía el compendio de historias cortas que también licenció y publicó Milky Way bajo el título de Bonus Track.

No sería un buen tomo si no viésemos llorar a Bon por última vez
La quinta obra en discordia es A silent voice, controvertida como pocas, de aquellos títulos que parece que sólo puedas adorar u odiar. Ishida despierta al fin del coma con lo que se ve obligado a enfrentarse a la realidad. En contraposición a lo que criticaba antes sobre Life, lo que me gusta de este manga es, precisamente, que encara situaciones que son moralmente ambiguas. Sin ir más lejos, Ishida fue acosador y acosado por lo que despierta animadversion y pena a la vez. La autora no tira por la vía fácil de estereotipar a sus personajes y hacerlos o malos (a los acosadores) o buenos (a las víctimas) sino que los hace humanos y complejos y eso nunca tiene una lectura fácil, especialmente en un tema tan peliagudo como es el acoso escolar. Pero el mensaje de este último tomo es muy claro: independientemente de las cosas malas que te hayan pasado o que hayas hecho tú mismo, la vida sigue y nadie puede permitirse el lujo de quedarse estancado en el pasado. Otro tema clave en A silent voice es el perdón. Ishida es un personaje de lo más errático, aunque fue él el que dio el paso de reencontrarse con Nishimiya en primer lugar, no es hasta este último tomo que reúne el valor para pedirle perdón por lo mal que se lo hizo pasar en el colegio. Porque disculparse de corazón implica reconocer los errores y ser consciente del daño provocado y esa es una verdad muy incómoda con la que vivir.


Como quizá hayáis deducido a estas alturas yo soy de esas personas a las que A Silent Voice les ha encantado de principio a fin. Lo único que lamento es que este tomo no vaya más allá, que no haya un epílogo para que podamos ver qué tal les ha ido a todos dentro de uno años pero en algún sitio hay que terminar la historia. ¡Y en algún momento tenía que terminar la entrada!

viernes, 23 de diciembre de 2016

Children of the Sea

The fact that I decided to write this review in English must seem ridiculous to most of you taking into account that Children of the Sea has been already published in Spanish by ECC. However, the Spanish edition is smaller than the English one, with poorer quality, printing mistakes and kinda expensive. Furthermore, the publisher has largely ignored their readers' complaints about the moiré effect and continues to print the volumes without any significant improvement. Thus, I've decided to buy it, read it and, of course, review it in English. If you don't agree with me in this decision I am sure you will find plenty of Spanish reviews in other blogs. This said, I can't wait to share with you my impressions on this bizarre but marvelous manga. I am not going to write a synopsis though, since I think it is pointless for such a strange story.


Since I read Witches (Majo or Hechiceras), I knew I would like everything or almost everything Daisuke Igarashi had ever created and it seems like I wasn't wrong. He has a very unique sensitivity which makes all his manga different from everything else I've read so far. Although this story is 100% supernatural, it has so many (accurate!) scientific information about topics ranging from marine biology to astronomy. I already knew several things but there were also a lot which I didn't! I just enjoy learning so much it was impossible I didn't like Children of the Sea. Biology simply fascinates me, the fact that every single being is necessary and has its own niche to colonize, that any (innatural) perturbation can be fatal for the whole ecosystem while the most (natural) violent event, such as a typhoon, is required to keep balance. And I am positive Daisuke Igarashi must love biology too judging by all his works (not just this one).

Actually, this manga appears as an incredibly rellevant read nowadays when there are so many signs that something's wrong in the ocean (well, also in the whole planet but the ocean covers most of it, so...). There are so many marine creatures that are massively dying with little or directly no explanation. Coral is going white everywhere. Chinese are chopping sharks' fins to make soup thus condemning amputated sharks to die in the bottom of the ocean. Marine biodiversity is decreasing dramatically and is expected to continue to do so in the next years. And, at the same time, new research efforts allow to unravel for the first time some of the secrets the ocean still keeps from us. A ghost shark has been filmed swimming for the first time ever, mysterious sea blobs have been genetically identified, underwater animal pollination has been described, submarine structures thought to be human-made have been now discovered to be the result of methane-consuming microbial activity and the the most recent new who directly resonates with Children of the Sea would be the identification of a really weird metallic sound accidentally recorded as a whale call.


Back to the actual manga, Children of the Sea is... just weird. As I said, it is a supernatural fiction where superhuman abilities, extinct creatures and atypical ghosts are its main protagonists. It is mystic, it is philosophical, do not expect a piece full of action and romance because you will not find (almost) any. It is more of an ensemble of monologues about life, and death, and what is in between. The duality formed by Sea and Sky (Umi and Sora), between Earth and Outer Space, marine creatures versus land creatures, how the role organs play within humans may be compared with the role humans play within the Earth and the one Earth plays within the galaxy. And then, it all goes semi-religious going back to the myths of creation, so different and so similar across cultures, with the ocean always playing a primordial role somehow.

As you may be suspecting at this point, Children of the Sea is not a conventional read at all, at first it seems like there is a plot, like that is a beginning, like it will develop following a somewhat predictable/logic/coherent manner. But don't let the author fool you, once you surpass volume two, it all goes so abstract and mystical, any shadow of a plot you could have thought you saw vanishes through the awesome panels depicting all sorts of marine fauna over and over and over again (the fifth and last volume has over 150 mute pages, you get the idea, right?). And that is one of the appeals of this manga, the countless animals the author bothers to draw in each and every one of the volumes, you'll see whales, killer whales, whale sharks, sharks, dugongs, turtles, dolphins, shrimps, nautilus, mantis shrimp, manta rays, krill, eels, and a ton of different species of fish.


Although the characters themselves are so in the background of the real story, that does not mean you won't absolutely fall in love with impetuous Ruka, a troubled girl with social issues who does not adjust with the other kids; sweet Umi, an ever-smiling boy who would rather do whatever he feels like doing before talking too much about it; and elusive Sora, an arrogant and spooky lad with no survival instinct who only seems to care about Umi. This childish trio is further complemented with weird old Dehdeh, crazy old Jim and crazy genius Anglade, who all have their own interests on the children of the sea... and their own personal views of humanity. The thing is that here is absolutely no character who you would rate as minimally sane; thus, empathy is difficult to be found across its pages but that alienation helps with the immersive experience to the fucked up world of Children of the Sea.


Children of the Sea is ultimately a philosophical piece; an essay about what does it mean to be born and what does it mean to die and whether they are so opposite as they seem or they are actually the exact same thing. Just keep in mind the author will only pose the questions, perhaps even develop them a bit, but he will never answer them.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Un Zoo en Invierno


Hamaguchi entró a trabajar a una empresa textil nada más acabar el instituto pero no acaba de sentirse cómodo. La escogió pensando que podría contribuir en el diseño de los motivos de las prendas pero su trabajo real dista mucho de lo que tenía en mente y después de que lo utilicen como perro guardián de la hija del jefe se acaba hartando y decide irse a Tokio a trabajar como ayudante de un reconocido dibujante de manga. Desde el momento en que entra por primera vez en la oficina se verá irremediablemente atraído por un nuevo mundo en la gran ciudad, rodeado de gente de todo tipo y de muchas maneras de entender la vida.

Con la mente en El almanaque de mi padre, iba con grandes expectativas para leer este tomo único pero la verdad es que Un zoo en invierno ni se ha acercado a cumplirlas. De hecho, no fui capaz de leerlo del tirón de lo aburrida que me resultó su lectura. Sin ir más lejos, el protagonista, Hamaguchi, es desesperadamente insulso, tiene siempre la misma cara de amargado, y parece que su única función en la trama sea limitarse a observar como desfila su vida ante sus ojos. En ese sentido, el guión es mucho más manido de lo que esperaba: un chico joven con grandes aspiraciones pero sin experiencia ninguna que descubre la vida adulta casi a golpes, una historia familiar suficientemente turbia y un primer amor idealizado. Es como un Bakuman versión reducida, versión seinen, versión costumbrista (ironías de la vida, ambos manga empezaron a publicarse en Japón el mismo año, 2008).

No me juzguéis por mi nula habilidad haciendo fotos
En su defensa reconozco sin embargo la verosimilitud con la que Taniguchi imprimió la naturaleza humana en sus emociones más reveladoras, en especial la envidia. Creo que es un pecado capital que se suele representar de forma caricaturesca, como si los autores pretendieran convencernos de que se trata de un sentimiento reservado a los villanos, en los que aparece de forma exacerbada. La envidia de Hamaguchi es tan real que casi duele sentirse tan identificado cuando se es incapaz de alegrarse por la felicidad ajena, todo lo contrario, no hace más que poner de manifiesto la propia mala fortuna (o ineptitud en este caso). Otro de esos pequeños detalles que siempre se agradecen es el momento en que Hamaguchi dibuja por primera vez un desnudo y no sólo siente vergüenza y le cuesta mirar fijamente a la modelo para tomar referencias sino que tiene una erección. De nuevo una verdad quizás incómoda que raramente queda reflejada en la ficción. 

Este manga me ha resultado dolorosamente encorsetado, repleto de clichés que me exasperan, como el de la japonesita delicada de salud (cuya supuesta enfermedad nunca se especifica) desde siempre. Muchas de las situaciones que se narran hacen gala de una mentalidad que me cuesta mucho comprender, ya no sé si porque es japonesa, porque es de los años sesenta o del tiempo de post-guerra o por qué. El caso es que no acierto a comprender la motivación de los personajes, todos se me antojan entre vacíos y balas perdidas. Tanto es así que por mucho dramatismo que Taniguchi pretendiese imprimir a sus personajes, no podría haberme dejado más fría.


No dejo de estar sorprendida ante mi decepción ya que he disfrutado mucho de obras con un corte similar. En El Gran Gatsby también es protagonista un joven pasivo que deja que la vida tome su rumbo, y no al revés, pero la narración no tiene nada que ver. En Solanin también se encuentra el dilema del joven adulto que debe incorporarse al mercado laboral rechazando aquello que realmente le llena, pero los personajes tienen muchísima más personalidad, el dibujo es una delicia y la narración evoca una barbaridad de emociones. Las encuentro alternativas mucho más disfrutables a este zoo invernal.

sábado, 10 de diciembre de 2016

¿Por qué me iba a enfadar que me dijeran lesbiana?

Como ya hiciera con One Punch-Man, al habérseme acumulado varios tomos de Flores Azules que, además, he leído del tirón, he pensado en centrar esta entrada de últimas lecturas sólo en este manga publicado en una revista de demografía ambigua como es la Manga Erotics F. Tan ambigua es que por sus páginas han desfilado títulos de calibre tan diverso como Utsubora y J no Subete (de Asumiko Nakamura), La chica a la orilla del mar (Inio Asano), Ristorante Paradiso y Gente (de Natsume Ono), Los carruajes de Bradherley (de Hiroaki Samura) e incluso El club del suicidio y Hikari Club (de Usamaru Furuya). De hecho, prácticamente todos los manga que acabo de nombrar son entre sádicos y siniestros y Flores Azules no podría distar más de dicho género... aunque sí parece reservarse una o dos sorpresas.


Mi opinión sobre Flores Azules cambia casi radicalmente a cada nuevo tomo que leo así que muchos altibajos he percibido en estos tres volúmenes. A partir del cuarto tomo se podría decir que la trama da un salto cualitativo hacia delante: aparecen nuevos personajes, las protagonistas cambian de curso, Sugimoto se va a continuar sus estudios en Reino Unido (y desbloquea así la encrucijada sentimental tanto con Fumi como con Kyoko), Moggy empieza a salir con Shinobu... Aunque, en realidad, todos estos no son más que detalles que contribuyen a construir un escenario en que desarrollar la sutil trama principal (tan sutil que puede pillar a más de uno por sorpresa al acercarse a su clímax). Entre las nuevas alumnas de primero destaca Haruka Ono, incluso más espontánea e inocente de lo que ya lo era Akira al entrar en el Fujigaya. Y, como no podía ser de otra forma en esta obra, acarrea consigo una nueva experiencia y, por lo tanto, punto de vista, respecto a la homosexualidad femenina.


Después de leer estos tomos siento cierta necesidad de leer también el Rokumeikan o, de al menos, buscar alguna sinopsis llena de spoilers de dicha obra porque no me he enterado de prácticamente ninguno de los paralelismos que se intentan trazar entre la obra y la historia personal de los personajes, en especial de Kyoko que parece muy tocada con este tema. Kyoko es un personaje que ha tenido poquísimo protagonismo a lo largo de los tomos a pesar de que parece que tiene una historia personal de lo más oscura que me gustaría que se desarrollase mucho más y me temo que en los dos tomos que me quedan por leer ya no va a dar tiempo... Necesitaría algo del estilo del Bonus Track de Kids on the Slope para ella.


Sin venir mucho a cuento, a Akira le da por empezar a salir con Fumi y diría que es de las decisiones más irreflexivas a este respecto que he leído en un manga de tinte romántico... porque Fumi encaja perfectamente en el rol de la típica amiga de la infancia que alberga sentimientos románticos (no mutuos) hacia la protagonista (estoy pensando, por ejemplo, en Ginta en Marmalade Boy) y no veo ningún sentimiento romántico palpable, y mucho menos sexual, en Akira hacia ella. Es más, a pesar de empezar a salir se siguen comportando la una con la otra como antes lo que me hace plantearme en que se diferencia su nueva relación de su amistad de largo recorrido. Es evidente que Fumi bebe los vientos por Akira pero ésta última se me antoja incluso más indiferente de lo que ya lo era Sugimoto y con unas meras ganas de experimentar "a ver qué pasa" después de haber comentado ya tantas veces que nunca se ha enamorado de nadie y que no le gusta nadie...


Las historias cortas a principio y/o final de tomo son una mezcla entre rizar el rizo y aprovechar para desarrollar nuevos romances entre alumnas de instituto saltando a otras épocas para no generar una falsa sobrerepresentación de la homosexualidad femenina en una clase de apenas treinta alumnas (la cifra me la invento pero vaya, me refiero a una única promoción). Son tan tan tan breves que no es que pueda decir que dé tiempo a que la autora desarrolle nada en profundidad (ni creo que sea éste su objetivo) pero algunas frases sueltas son para enmarcar, como la cita que he aprovechado para dar nombre a esta entrada, que creo que refleja muy bien el mensaje que quiere transmitir Takako Shimura con Flores Azules. Aunque os confieso que siempre me vuelvo loca buscando quién es quién dando por hecho que se trata siempre de personajes secundarios que ya han aparecido en la trama principal y a algunas de las chicas aún no las he ubicado...


A sólo dos tomos de su final, sigo sin haberme formado una opinión sólida sobre Flores Azules. De momento, sólo puedo deciros que tiene cosas que me gustan más (las pequeñas cosas que hacen que pueda empatizar con todos los personajes, que se haga mención explícita a la libido de una adolescente) y otras que menos (el cariz que está tomando la relación entre Fumi y Akira, la personalidad de Shinako) por lo que me cuesta posicionarme a favor o en contra de una recomendación formal... aunque estoy bastante convencida de que hará las delicias de aquellas personas que busquen una reflexión profunda pero a la vez natural sobre cómo se vive una orientación sexual no normativa en la adolescencia, tanto por la chica que la encarna como por las compañeras, amigas y familiares que la rodean.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Viajes exprés: Florencia

Los que me seguís en twitter ya sabréis que desde que empecé el doctorado he viajado bastante por trabajo para ir a congresos, cursos y así. En todos los viajes intento hacer un poquito de turismo, por poco que sea, para no quedarme con esa sensación de haber ido tan lejos para no ver nada y de todas esas mini escapadas quería empezar a hablaros en la entrada de hoy. No sé si sería mejor haber hecho una gran entrada donde hablase brevemente de todos pero al final he decidido continuar con mi naturaleza clasificadora creando una "nueva categoría de entrada". Que tenía en mente que tendría muy poco que decir de cada viaje por separado pero al empezar con el primero me he dado cuenta de que le he sacado más jugo del que esperaba (quién lo hubiese adivinado eh).

De verdad os digo que no tenía ángulo para hacer una foto mejor
El primero de estos viajes del que os quería hablar fue a Florencia, en abril de este año (que a mí me parece que haga una eternidad pero sólo han pasado 7 meses...), una ciudad en la que no había estado nunca antes así que iba con muchas ganas. Si os soy sincera, el congreso al que asistí me limitó muchísimo y apenas pude disfrutar de la ciudad. Por un mero tema de horarios, ya tuve que renunciar a muchos museos a los que me hubiese gustado ir porque se solapaban con los horarios del congreso. Además, como al fin y al cabo no era un viaje de vacaciones, tampoco estaba yo como para dejarme un dineral en ver monumentos con lo que me tuve que conformar con las opciones gratuitas que ofrece la ciudad.

Il duomo visto desde la Biblioteca delle Oblate
Firenze es una ciudad bastante pequeñita y muy turística, el casco antiguo es impresionante y acabamos pasando por la Piazza del Duomo todos los días a admirar (por fuera) la Cattedrale di Santa Maria del Fiore y el Battisterio di San Giovanni. La anécdota aquí es que aunque tenía en la cabeza la imagen de la famosa cúpula del Duomo, ¡no tenía ni idea de que la decoración de la catedral en sí es verde!

ñam (motivo #1 para querer volver a Firenze)
La suerte que tuvimos es que un chico fiorentino (benditos erasmus ajenos) nos hizo de guía por las tardes-noches al terminar el congreso y descubrimos algunos rincones muy bonitos. Nos llevó a ver la ciudad de noche desde el mirador que hay en la Piazzale Michelangelo (que menos mal que fuimos en coche porque la subida a pie tiene pinta de ser hermosa), a comer en un pequeño bar embutido/queso típico de la ciudad/región (y allí me enamoré del lardo que tiene que ser una de las cosas más poco sanas que te puedas meter en el cuerpo pero estaba de rico...), nos habló sobre el salvaje calcio fiorentino mientras paseábamos por la Piazza Santa Croce y admirábamos la fachada de la catedral, y nos descubrió la Biblioteca delle Oblate que, a parte de ser muy bonita en sí misma, ofrece unas vistas inigualables (y gratuitas por supuesto) del Duomo desde bien cerquita.

Vistas de Florencia desde Piazzale Michelangelo
La única escapada, breve, que me permití del congreso en horario de apertura de museos fue el Palazzo Davanzati porque era una visita rápida y barata pero que se convirtió en una triste decepción. Se trata de un antiguo palacio en el que han preservado bastante el interior de las estancias, el problema es que con la entrada normal sólo se puede acceder al patio inferior y al primer piso. Yo iba porque me habían dicho que había un mural muy bonito en una de las habitaciones pero para acceder había que ir con una visita guiada que se tenía que reservar online con no sé cuántos días de antelación así que me quedé con las ganas.

Esta es la mejor foto que tengo del sitio, imaginad
Lo gracioso es que el propio congreso al que fui tenía lugar en un recinto... histórico, por llamarlo de alguna forma. En realidad, las conferencias y simposios eran en el típico edificio de congresos estándar pero los pósters y la comida estaban en la Fortezza da Basso así que teníamos que entrar en dicha fortaleza cada día en uno u otro momento. Inesperado y original... como la numeración de las casas en Florencia (en realidad nos explicaron por qué no era correlativa, se ve que hay dos numeraciones independientes que cumplen funciones distintas pero ahora no me acuerdo...).


Y, por supuesto por supuestísimo, no podía volverme a España sin haber ido, al menos, a una tienda de cómics italiana... y fui a dos. A una fui específicamente porque en su catálogo online tenían un montón de packs de series manga completas a precio rebajado y había varias cosas que quería (y me ahorraba los gastos de envío) pero, una vez allí, al final no me animé con ninguna... pero como estuve tantísimo rato en la tienda me sentía culpable por no comprar nada (sin comentarios) y acabé decantándome por Moyashimon #1 porque es una serie que siempre me ha llamado mucho la atención (¡microorganismos que hablan! qué más puede pedirle una bióloga al manga) compra de la que por supuesto me arrepiento porque no sé italiano y no, no me parece un idioma fácil ni deducible (ahí están mis cinco tomos de Sukitte ii na yo pudriéndose desde hace años porque nadie me los quiere comprar y yo no me los voy a leer...) pero ahí queda el souvenir.


Y hasta aquí mi "mini" entrada sintetizando todo lo que hice en Florencia los cinco días que estuve allí. Me quedo con muchísimas ganas de volver y poder ver tanto Santa Maria del Fiore por dentro, subir al Duomo, ver la Galleria degli Uffizi, la Galleria dell'Accademia, entrar a los jardines de Boboli... vamos, un montón de cosas de las que espero poder hablar por aquí dentro de unos años.