domingo, 28 de febrero de 2016

Últimas lecturas


Ya os dije que Kids on the Slope me gustó desde prácticamente la primera página pero es que se suceden los tomos y no deja de mejorar. Si os decía que se trata de una lectura reposada, en estos dos tomos ha pasado de todo. Kaoru se ha puesto las pilas, se ha declarado a la chica que le gusta, le ha contado a Sentaro lo que le carcomía por dentro y hasta ha hecho avances en lo que respecta a su situación familiar. Lo mismo aplica para Sentaro, que ha decidido sincerarse con su mejor amigo respecto a sus secretos más íntimos. Con cada tomo que pasa me reafirmo más en que Kids on the Slope es, en esencia, un manga de amistad y autosuperación, mucho más que de amor o de música. En esta historia, los secundarios no se añaden para poner trabas al amor de los protagonistas sino a su amistad. No deja de hacerse hincapié en que, más que Ritsuko, es Sentaro el que pone la vida de Kaoru del revés. Veremos cómo sigue el tema del chico nuevo, algo maquiavélico, y de Jun en el próximo tomo, que todavía queda mucha tela por cortar.


Ya comenté que el quinto tomo de A Silent Voice acababa con un importante punto de inflexión, que se ha hecho patente a lo largo de todo el volumen #6. Por primera vez, la autora deja a Ishida en un segundo plano (por motivos evidentes) y se detiene a mostrarnos las reflexiones de cada uno de los personajes de la historia. Así, Nagatsuka, Ueno, Kawai, Mashiba, Yuzuru y, por supuesto, Nishimiya, revelan sus sentimientos al lector. Me ha gustado mucho saber por fin a santo de qué se dedicaba Yuzuru a hacerle fotos a animales muertos o por qué Mashiba decidió acercarse a Ishida.


Aunque sigo sin poder reconciliarme con los personajes de Kawai y Ueno. La primera es egocéntrica, prepotente y tóxica hasta decir basta mientras que la segunda es un pozo sin fondo de envidia, frustración y arrepentimiento, que sólo sabe desahogarse a base de violencia. Este penúltimo tomo funciona muy bien como unidad, con una especie de círculo cerrado que conecta principio y final casi poéticamente. Con muchas ganas del desenlace.


One Punch Man fue la licencia estrella del pasado salón del manga y aunque no tenía mucha idea de su argumento, gusta tanto y tantos tipos de lectores que la verdad es que no tuve muchas reservas a la hora de probar suerte con el primer tomo. Pero es que menuda genialidad, de principio a fin, cada página es una burla a los shonen de toda la vida. Saitama es sencillamente inmejorable, le da igual todo y se aleja de cualquier canon de superhéroe al uso. Es más, está frustrado porque no hay enemigo que se le resista, vence a todos con un solo puñetazo (de ahí el título del manga) por lo que no puede disfrutar de una buena lucha. No tiene enemigos ancestrales, no quiere discípulos, está amargado por haberse quedado calvo de tanto entrenar y sus mayores preocupaciones son acordarse de qué día hay que tirar la basura y cuándo hay ofertas en el súper.



Los villanos son absolutamente anecdóticos, el guionista no pretende convertirlos en contrincantes carismáticos sino que no deja de presentar morralla con absurdas motivaciones megalómanas, haciendo referencia a los antagonistas que suelen plagar las páginas de otras obras del género: el científico loco, el demonio que quiere exterminar a la humanidad para salvaguardar la Tierra, el grupo radical que quiere instaurar un nuevo orden en en la sociedad... Todo esto con un dibujo espectacular, con un dibujante que tan pronto te construye una lucha impresionante como te presenta la cara indiferente de Saitama, caricaturesca, ajeno a la grandiosidad de lo que se está contando. Nunca había visto en cómic una manera similar de representar tanto la diferencia entre primeros y segundos planos (difuminando uno de los dos tal y como hace el ojo humano cuando desenfoca una parte de la imagen) como en las escenas de movimiento que casi parece que estés viendo el anime. Increíble a todos los niveles, muy muy divertido, me arrepiento ahora de haberme leído los dos tomos del tirón porque ¡seguiría leyendo esta historia durante horas...!


A pesar de la dura competencia, Silver Spoon #12 sigue siendo una de mis lecturas favoritas, además de la más densa (siempre siento que amortizo muy bien mi dinero con sus tomos, que no me da tiempo a terminar en un solo viaje). Hachiken se está tomando muy en serio lo de montar una empresa y, en un arrebato, nombra al normalmente impresentable Okawa como presidente. Mientras tanto, Aki sigue su dura preparación para los exámenes de ingreso a la universidad y Komaba por fin sale de su ensimismamiento y parece convencido a cambiar las cosas y empezar a labrarse un futuro. Como de costumbre, no puedo decir que haya ocurrido nada especial pero sigo aprendiendo mucho (sobre todo sobre ganadería) con este manga, además de reírme con todas las coñas que mete Arakawa.


Como todos los mangas ambientados en Japón, el machismo social es muy patente en algunas escenas (el rol de la mujer en el mundo laboral) y la autora no puede dejar que sus personajes no tengan prejuicios machistas porque no sería realista pero sí que sabe darle una vuelca de tuerca que, como siempre, te hace soltar una carcajada. Para los que hayáis leído el tomo y no tengáis ni idea de qué estoy hablando, me refiero al momento en que la señorita Fuji les anuncia que va a dejar la escuela de Yezo porque ya tiene una cierta edad y todos asumen automáticamente (¡sin dudar!) que se va a casar (porque lo común en Japón es que una mujer, independientemente de su formación, abandone cualquier puesto de trabajo que pueda tener por bueno que sea para dedicarse en exclusiva a las tareas del hogar y a cuidar de los niños).


Por un lado me alegro de que Silver Spoon no vaya a eternizarse (según tengo entendido sólo le quedan tres tomos) pero, como siempre, que disfruto tantísimo de una obra no puedo evitar entristecerme un poquito cuando pienso que se acerca un final que, encima, auguro de lo más abierto. Que por cierto, este tomo me ha confundido respecto a la edad de los protagonistas... Hachiken y compañía acaban de empezar segundo, ¿no?

miércoles, 24 de febrero de 2016

El Fantasma de Gaudí

Como he comentado en múltiples ocasiones, soy una admiradora ferviente de la obra de Gaudí. Por eso quedé gratamente sorprendida cuando me topé con la portada de El fantasma de Gaudí, novela gráfica publicada hace unos meses por Dibbuks, cuya portada (de la versión en castellano) se enmarca en la Casa Batlló.


Toñi es una mujer normal y corriente, trabaja de cajera en un supermercado alejada de su hija adolescente, que vive con su abuela. Un buen día, impide que un hombre se suicide, justo en el punto exacto en que un tranvía arrolló a Antoni Gaudí en 1926 dejándolo herido de muerte. Simultáneamente, empiezan a aparecer cadáveres en las obras más emblemáticas del arquitecto catalán, y todas las víctimas habían participado de una u otra forma en la profanación de su legado. Al cargo del caso está el inspector Calvo, un policía que todo el mundo creía retirado, famoso por no detenerse ante nada.

El Fantasma de Gaudí es un despliegue artístico en que Jesús Alonso Iglesias hace gala de una técnica soberbia, representando con luz y color desde la Sagrada Familia y el Parc Güell hasta la Casa Batlló y la Pedrera. Tanto para los que hayáis podido ver estos enclaves en directo como para los que no, este cómic resulta toda una visita virtual que podría utilizarse ya no solo como lectura comiquera sino como libro de ilustraciones o catálogo del célebre artista. Los autores no se contentan, ni mucho menos, con mostrar alguna fachada imponente o algún emblema famoso, guionista y dibujante se recrean representando el no tan icónico interior de la Casa Batlló o la apenas conocida Casa Vicens que ni siquiera está abierta al público (¡aunque lo estará dentro de unos meses!). Además, también exponen algunos datos sobre la forma de trabajo de Gaudí.


En cuanto a la narración, podría decir que es muy correcta, con personajes más o menos creíbles, una secuencia de asesinatos estremecedores y una intriga en que el lector no adivina la verdad hasta que cae sobre él el desenlace del thriller. El Torres se ha preocupado de colocar todos los elementos necesarios para que empaticemos con los personajes, dotándoles de preocupaciones mundanas, a la vez que imagina una reacción de la prensa y los medios que considero muy acertada. Sin embargo, los personajes me siguen resultando demasiado novelescos, a caballo entre el mundo real y el ficticio.

Mientras que agradezco la avalancha de imágenes, no puedo decir lo mismo del aluvión de datos, teorías, símbolos y números que se dejan caer en monólogos precipitados de forma tan superficial que es sencillamente imposible comprender nada si una no está familiarizada con la simbología oculta de Gaudí (y yo no lo estoy). Entiendo que el objetivo es el de reflejar una mente perturbada y obsesionada pero me parece un desperdicio realizar tal tarea investigadora para luego derrocharla en cuadros de texto por los que nuestros ojos apenas se detienen unos segundos. Al plantearse como una historia de suspense creo que podría haberse nutrido de todos estos misterios sin resolver pero parece que el guionista decidió no meterse demasiado en el barro tras haberle dado muchas vueltas al enfoque del cómic (tal y comos nos cuenta en el epílogo).


Lo que desde luego no esperaba cuando tomé en mis manos este título, es que fuera a encontrarme tal cantidad de violencia explícita, incluyendo entrañas y tortura. Se trata de la última pieza necesaria para que la obra en su conjunto se sostenga pero me parecía oportuno comentarlo por si alguno de vosotros es en extremo sensible a este tipo de escenas.

En mi caso, me acerqué a El Fantasma de Gaudí en su edición catalana y aunque en general me haya parecido muy correcta (hasta he aprendido una nueva palabra, atzucac), ni entiendo por qué al traducir el título el fantasma se desdobló en varios ni me parece la mejor elección incluir de nuevo la portada catalana como material extra en el epílogo cuando la castellana no aparece por ninguna parte... cuando sería lo lógico.

En resumen, estoy segura de que cualquier fan de la obra de Antoni Gaudí disfrutará con las viñetas en mosaico de este volumen, imitando el trencadís. De igual forma, la trama de suspense respeta muy bien los tiempos y pausas necesarios, con una investigación policial cercana, enmarcada en uno de los escenarios más bonitos de Barcelona que también hará las delicias de los amantes del thriller más clásico.

sábado, 20 de febrero de 2016

Lunes 14: Hundertwasser (y un breve desahogo de mi paso por Innsbruck)

No voy a negar que soy un desastre. Enseguida me dejo llevar por nuevas ideas y, aunque me encanta empezar nuevas secciones y proyectos, tengo graves dificultades para llegar a término. Ya dejé totalmente aparcadas mis entradas sobre Ámsterdam pero es que me dejé mi viaje a Viena a medias a falta de un solo día por reseñar y, como últimamente tengo la mente viajera, he decidido que ya iba siendo hora de escribir esta última crónica vienesa.

Después de haber visto la Viena más palaciega pero también la más museística, me dejé para mi última mañana en la ciudad un arquitecto de lo más peculiar que, salvando mucho las distancias, me hizo pensar (para bien) en mi adorado Gaudí. Friedrich Stowasser, también conocido como Friedensreich Hundertwasser fue un renombrado artista y arquitecto, que concentra la mayoría de su obra arquitectónica entre Austria y Alemania. Especialmente famosa es quizá la Hundertwasserhaus, en Viena, que era mi principal objetivo turístico de mi último lunes en la capital.


Han pasado tantos meses desde este viaje que pensaba que iba a ser incapaz de relataros mis aventuras y desventuras en mi última jornada en Viena pero fue un día tan y tan accidentado que lo recuerdo mucho mejor de lo que pensaba. Sé que me levanté muy preocupada por si no me daba tiempo de ir y volver hasta la Hundertwasserhaus antes de que saliese el tren hacia Innsbruck (que era el destino real de mi viaje por tierras austriacas) porque, de todas las cosas que vi en la ciudad (además de mi día en Schönbrunn que no cuenta porque no estaba en el centro pero sí relativamente cerca de mi apartamento), era la única atracción turística que no estaba en el centro y que, por eso, cesé en mi empeño de ir a todas partes caminando y cogí el metro para acercarme. Como me había impreso un mapa de la zona, no tuve problemas para llegar y me pasé un buen rato admirando la fachada del edificio, que es en realidad un conjunto de viviendas sociales que teóricamente debería haber funcionado como una comunidad autosuficiente pero que por un problema de diseño, no pudo ser. Aunque está algo deteriorado y no "brilla" tanto como debió hacerlo en su inauguración, alzar la mirada y encontrarse con árboles de lo más frondosos en la azotea de un bloque de pisos fue uno de mis momentos favoritos del viaje. La pena es que no podía entrarse dentro (porque vive gente claro) así que me tuve que conformar con unas postales que vendían allí mismo de las habitaciones interiores, no hay dos iguales en todo el edificio.


Cuando me cansé de hacerle fotos a la misma pared (34 imágenes del edificio desde todos sus ángulos) me dirigí al Kunst Haus Wien que es a la vez un edificio diseñado por Hundertwasser y un museo que incluye una colección permanente de su obra pictórica con varias citas del arquitecto y una exposición temporal que, en mi caso, fue una exposición fotográfica de Joel Meyerowitz. Otra cosa que recuerdo es que la chica que vendía las entradas al museo era española, creo que fue la única vez que hablé en castellano en todo el viaje; estaba tan nerviosa ante la posibilidad de perder el tren que hasta le pregunté cuánto rato se tardaba de media en ver las exposiciones porque no quería arriesgar pero, ya que estaba allí, pues prefería verlo todo y acabé por comprar la entrada combinada que permitía el acceso a ambas exposiciones.


Empecé con una planta dedicada a la obra de Hundertwasser, de los cuadros más raros que he visto en mi vida. No se podía hacer fotos pero como soy una rebelde sin causa, hice alguna de estrangis aprovechando que los vigilantes no estaban muy por la labor. En las plantas superiores, estaba la exposición de fotografía y la verdad es que no le dediqué demasiada atención porque no es un medio que me atraiga especialmente y no le vi nada especial a la exhibición. Al final fui a toda pastilla y me lo vi todo en menos de una hora, ¡tiempo récord!

A la salida del Kunst es cuando empezó mi odisea viajera, empezó a llover y, por supuesto, no llevaba paraguas ni impermeable, no tenía mapa de esa zona concreta y empecé a caminar muy convencida de saber llegar al centro a pie pero, en algún momento, giré en la dirección contraria y acabé dando la vuelta más estúpida de mi vida, acabé otra vez frente al Kunst con cara de incredulidad y los pantalones empapados en lluvia. Congelada y al borde del ataque de ansiedad, volví a intentarlo y, esta vez, después de pasar por unas manzanas muy chungas donde solo había edificios de oficinas, llegué a la avenida que rodea el centro de Viena, que me decía que abandonaba la periferia para entrar en la zona que ya estaba incluida en el mapa de mi guía de viaje. Pero el susto que me llevé no me lo quita nadie.

La guía incluía un mapa de la parte dentro del círculo, como la
Hundertwasserhaus y el Kunst estaban tan cerca, pensé que sería
fácil volver al centro sin indicaciones. Me equivoqué.
Así pues, empecé una terrible caminata a través del centro y hasta el apartamento en que me estuve hospedando. No cogí el transporte público para volver porque quería pasar expresamente por el centro para comprar los souvenirs de última hora. Muy tristemente, entré en una pastelería a comprar los bombones típicos pensando que serían más baratos que en las tiendas para guiris (mundialmente conocidas por hinchar los precios) y me salió el tiro por la culata, ¡me salieron más caros!

Llegué al apartamento agotada, helada y hambrienta y arrastré penosamente mi maletón hasta la estación de trenes donde estuve dando mil vueltas en busca de algo de comer barato y comestible (que teniendo en cuenta mis delicados gustos era bastante difícil) a sabiendas de que me esperaban muchas horas de tren. Me cogí una especie de frankfurt extraño precocinado pensado para comer frío con mucho más queso de lo que me hubiese gustado y el ineludible croissant de chocolate con un café con leche que me costó medio riñón. Me tendríais que haber visto con la mochila enorme que pesaba un quintal, la maleta, el café en una mano, los tickets del tren en un equilibrio muy precario entre mi anular y el meñique... faltaba poco para que saliese el tren, me arrepentía mucho de haber comprado un café que ya no me apetecía tanto (pero que no iba a tirar porque me había costado un ojo de la cara), no encontraba mi vagón y no me aclaraba con la numeración. No sé cómo no reventé de cortisol ese día.


El caso es que encontré mi asiento sin problemas y tuve un viaje de lo más L-A-R-G-O. Coincidió con una de las oleadas de refugiados en Austria y hubo muchos parones y retrasos con los trenes, llegué horas tarde a la estación de Innsbruck, cuando ya era negra noche, sin wi-fi... Llegué de milagro al alojamiento que nos habían reservado y marqué diligentemente la clave que me habían enviado por email y que apunté en una libreta, la caja de la entrada se abrió y... cuál debió de ser mi cara al ver que no había llave ni tarjeta ni nada de nada. Me quedé así como en blanco en lo que no sé si fueron segundos o minutos y llamé al timbre sin mucha convicción. Escuché la voz de una chica que me abrió la puerta y que yo imaginaba que sería la recepcionista pero no, ¡era una huésped como yo! Después de imaginarme durmiendo en el suelo (pero dentro de un edificio al menos) resultó que mi compañera de habitación había malinterpretado un email que nos mandaron, entendió que estaría sola en la habitación y al ver que había dos llaves las cogió las dos porque mira, se quedaba más tranquila (sí, todavía la odio un poco por ello).

Foto necesaria
Comento de paso que la organización fue un caos, ella había mandado un mail quejándose de que en la habitación solo había una cama (gigante) y un sofá y que cómo era posible que tuviese que compartir la habitación, le contestó una de las organizadoras diciéndole que la chica con la que iba a compartir habitación (y aquí había un nombre que no era el mío) había solicitado estar sola así que ella también lo estaría. Mi querida compi no se dio cuenta de que el nombre que le dieron no era el mismo que en el mail inicial (el mío) y se quedó tan ancha. Al final acabé durmiendo yo en el sofá durante una semana (un horror). Teóricamente íbamos a hacer mitad y mitad pero oh, cosas de la vida, las dos últimas noches se fue de bares (yo no) y llegó muy tarde así que yo no estaba por la labor de recoger todas sus cosas de la cama para poder meterme en ella... (sí, también la sigo odiando un poco por ello).


En Innsbruck estuve por un curso así que no tuve mucho tiempo de hacer turismo pero sí que nos llevaron a lo alto de una de las montañas que rodean el pueblo (es bastante impresionante como enclave natural), el Seegrube. Otro día aproveché el descanso del mediodía para ir al centro, donde había varios edificios históricos y museos. A estos últimos no pude entrar por falta de tiempo pero al menos me di una vuelta por las calles de Innsbruck, que me parecieron encantadoras. ¡Espero volver en el futuro con un propósito meramente turístico!


Y bueno, hasta aquí mi viaje en solitario por tierras austriacas, os dejo con una foto que hice desde el avión, al volver, en que las cimas de las montañas se confunden con las nubes.

viernes, 19 de febrero de 2016

Ellas tienen súper poderes

En un momento clave en que el debate feminista se ha trasladado a todos los medios de comunicación tomando especial relevancia tanto en redes sociales como específicamente en el cómic, Ficomic apuesta por dar visibilidad tanto a las superheroínas como a las autoras de cómic, cada vez más numerosas.


Con este objetivo organiza la exposición Ellas tienen súper poderes que incluirá un repaso a las superheroínas más destacadas de la historia del cómic, desde las célebres Wonder Woman o Supergirl hasta las más recientes como Ms. Marvel o Spider Gwen.

De la misma forma, se dará especial relevancia a las autoras de cómic, con una mención especial a las españolas como Natacha Bustos, Carmen Carnero o Emma Ríos, que trabajan para el mercado americano.

Fragmento de Moon Girl, dibujado por Natacha Bustos
A título personal estoy encantada con la noticia y espero con aún más ganas que antes a que se abran las puertas de la 34ª edición del Salón del Cómic.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Empezando mangas

Inciso: cuando habláis de manga en plural como, por ejemplo, para referiros a distintos títulos, qué palabra utilizáis, manga o mangas?

De un tiempo a esta parte he tenido muchos desengaños con el manga en general, es por eso que cada vez me lo pienso más antes de hacer una compra loca de segunda mano (como las de antaño) y, sobre todo, antes de comprarme un tomo número uno. Sin embargo, las ya no tan pequeñas nuevas editoriales que han entrado en el panorama manga de España, en especial Tomodomo y MW, me han devuelto las ganas de probar suerte (lo que no implica ni que me guste todo su catálogo ni que no me haya llevado ya decepciones, en especial con MW). En esta entrada quiero centrarme, brevemente, en estos mangas que he comenzado recientemente, cuya publicación terminará a lo largo de 2016 (principios de 2017 en el caso de Shonen Note).


El equipo de Tomodomo me compró con las magníficas ilustraciones de Shonen Note mucho antes de que leyera siquiera la sinopsis. Aunque soy una negada absoluta para la música, con Subaru, un manga sobre ballet al que debería dedicarle un espacio en el blog, ya aprendí que no importa lo poco familiarizada que esté una con un tema, si la historia es buena, se disfruta igual.

De forma innata, Yutaka es excepcionalmente bueno en su campo tal y como suelen serlo los protagonistas de los shônen de acción y aventuras con la diferencia de que es un alumno de instituto, muy sensible y más bien poquita cosa con lo que su habilidad más que motivo de orgullo corre el riesgo de convertirse en la semilla de la discordia entre sus compañeros de clase. De esta forma, se aborda la dicotomía talento/mérito en profundidad, ya no solo la visión de la genialidad como origen de envidia y frustración sino también su fugacidad. Desde el primer capítulo se hace patente que la portentosa voz de Yutaka tiene fecha de caducidad, cuando alcance la adolescencia perderá su maravilloso soprano. Este inconveniente vuelve loca a una profesora muy metida en el mundillo de la ópera, obsesionada con contar con la voz de Yutaka antes de que desaparezca.


Eso sí, por muy fuera de serie que sea el pequeño protagonista, Shonen Note no se centra exclusivamente en él sino también en el resto de miembros del coro que, aunque tengan un nivel más amateur, también se merecen un buen número de subtramas.

Si algo llama la atención cuando se pasan las páginas de este manga es su grafismo, con una línea muy clara, y un enorme y detallado repertorio de personajes, todos ellos fácilmente identificables, no importa que su rol sea, al menos a priori, totalmente accesorio. Y, por supuesto, las escenas mudas para la música en la que Yuhki Kamatani nos ofrece un espectáculo sinestésico, como ya anunciaron con su licencia las editoras, que nos hace estremecer. Mención especial a la maravillosa edición, con tomos tamaño B6 (ligeramente más grandes que los tomos estándar) y páginas a color en, al menos, estos dos primeros volúmenes


Cuando se anunció la licencia de Flores Azules, en Listado Manga tuvieron que crear un apartado para el Yuri. Unos días de debate más tarde se acabaron incluyendo en dicha sección los tomos únicos Blue y Miyukichan in the Wonderland pero, siendo honestos, su publicación fue más anecdótica que otra cosa. Dicho esto, me resulta hasta incomprensible que tras tantos años de publicación de manga en España sea esta la primera licencia de un romance entre chicas.

La historia de Flores Azules se desarrolla mayoritariamente en dos institutos femeninos, el Fujigaya y el Matsuoka, muy cercanos el uno al otro. Las protagonistas son Akira y Fumi, dos amigas de la infancia que llevaban años sin verse pero que, a pesar de asistir a institutos distintos, se acaban reencontrando y retomando su amistad al empezar el bachillerato. Mientras que Akira es de lo más espontánea e inocente, Fumi es introvertida y llorona, con lo que se complementan a la perfección. Evidentemente, la homosexualidad y, en general, la orientación sexual, es un tema central de este manga, después de que Fumi le confiese a Akira que es lesbiana y, aún más, cuando una de las nuevas amigas de Akira en su nuevo instituto da a entender que también lo es.


Sin embargo, más que los distintos amoríos que se presentan, para mí son protagonistas las amistades e incluso la reflexión introspectiva de los personajes. Aunque las protagonistas estén ya en bachillerato, o quizá precisamente por eso, quién es o deja de ser la mejor amiga de una o qué otras amigas tiene ésta son una de las mayores preocupaciones de casi todas las alumnas de ambos institutos. Así, los dos primeros tomos de Flores Azules me sugieren que será un manga muy inocente, con una trayectoria tranquila, en que los sentimientos y las dudas son protagonistas. Leí el primer tomo con muchas ganas y, en cambio, me estanqué más con el segundo al no acabar de tragar con la familia de Sugimoto, uno de los personajes más enigmáticos de la obra. Quizá la forma de abordar la homosexualidad me parece poco realista pero puede que me esté dejando llevar (como de costumbre) por mis prejuicios sobre la sociedad japonesa, a la que siempre imagino cargada de tabúes.

Aunque se catalogue como yuri, como ya os podéis imaginar por mi reseña y hasta por las portadas, no aparecen ni por asomo escenas explícitas (que venga Flors Enversa a corregirme si estoy equivocada porque no estoy nada segura pero asocio el término yuri a tintes pornográficos, como un equivalente a lo que sería el yaoi). Edito: mi querida Flors me comunica que yuri y yaoi no son, ni mucho menos, términos equivalentes. Brevemente, mientras que el yaoi contiene escenas sexualmente explícitas entre dos hombres, dibujadas por mujeres y destinadas a un público femenino, el yuri incluye cualquier tipo de publicación en que el romance entre mujeres sea protagonista, independientemente de si hay o no sexo, y está destinado a un público femenino. Por otra parte, aquellos manga que representan relaciones sexuales lésbicas destinadas a un público masculino (y que suelen caracterizarse por una irrealidad muy marcada a todos los niveles posibles) se consideran hentai en lugar de yuri. En cualquier caso, la propia Flors Enversa ha hecho una entrada al respecto en su blog (en catalán), por si os interesa leer más sobre el tema.


Por último, Kids on the Slope es otro manga que he comprado sin tener ni idea ni de su argumento siquiera, guiada por las buenas críticas (en mayor o menor medida, esto aplica a los tres títulos de esta entrada). De nuevo, otro manga en el que la música es protagonista aunque en esta ocasión, en lugar de coristas tenemos a músicos de jazz. De nuevo, lo más destacable de esta historia no es tanto la trama musical sino la riqueza de los personajes. Cambiando totalmente de tercio, Yuki Kodama nos transporta a los años sesenta, a un pueblo costero de Kyushu donde el protagonista, un señorito de familia bien, cerebrito, repeinado y cuatro ojos, no va a poder evitar ser el centro de atención en su nueva clase... para bien y para mal.

Como ocurre con Shonen Note y Flores Azules, aunque los tres títulos tengan una trama principal más o menos lineal, lo que me gusta de Kids on the Slope es su costumbrismo y su tranquilidad. Me interesa lo que les pase a los personajes, simpatizo con el protagonista y no sé adivinar cómo se desenlazará el polígono amoroso. Conocer a Sentaro supone un punto de inflexión en la vida de Kaoru, acostumbrado a vivir con unos familiares fríos y arrogantes que siempre le han impuesto su estrecha visión del mundo.


Como veis, la historia no tiene nada de particular, es el clásico cuento del pájaro enjaulado. Es la narración la que me fascina, al no centrarse en, por ejemplo, la madre fugada de Kaoru o el pasado de Sentaro, cada trama se va desarrollando con coherencia, de forma paralela, sin dejar las grandes revelaciones para el final sino construyendo lentamente pero sin pausa un escenario congruente en que tengan lugar todos los personajes. El caso es que la lectura de sus tomos hace que se me pase el viaje en bus volando mientras se me escapa alguna que otra risa; tal y como lo veo ahora, es muy probable que se convierta en uno de mis títulos favoritos de este 2016.

Quizá alguna de las apuestas acabe saliendo mal pero el caso es que la renovación de autores, géneros y demografías que han traído las editoriales emergentes me han devuelto las ganas de probar suerte y arriesgarme; solo por eso ya me siento agradecida por volver a tener curiosidad en obras totalmente desconocidas para mí en una época en que las editoriales grandes se limitan a licenciar obras de los mismos autores una y otra vez, apostando casi siempre sobre seguro.

¡Y no os olvidéis de la pregunta del principio! ¿manga o mangas?

lunes, 15 de febrero de 2016

La muchacha salvaje

Conocí a Mireia Pérez gracias al webcómic Caniculadas y hace poco descubrí que fue la ganadora del IV premio de novela gráfica Fnac por lo que en 2011 se publicó su único cómic largo hasta la fecha: La muchacha salvaje #1 Nómada.


¿Qué ocurriría si, en plena prehistoria, una mujer no aceptase ninguno de los roles que se le han impuesto por su género? Una joven de una tribu nómada no deja de defraudar a su padre que, además, es el patriarca de la misma. Cansada de una vida anodina, decide aventurarse en el interior del bosque, una decisión impulsiva que la llevará a conocer otras formas de vida.

La joven protagonista, sin nombre ni voz propia en toda la historia, se revela contra todo lo establecido: ni quiere recolectar ni quiere convertirse en un placer momentáneo para los hombres de la tribu. Prefiere pintar en las paredes de la cueva y cazar. Pero la autora no se va, ni mucho menos, por el camino clásico. La protagonista ni es perfecta ni es responsable ni es siquiera consciente del mundo que la rodea ni de las consecuencias de sus actos, contando con un sentido de la moralidad bastante limitado.


Quiere cazar sí, pero cuando coge por primera vez una lanza, se da cuenta de lo difícil que es usarla. Quiere explorar los alrededores sola pero en cuánto lo hace acaba en manos de miembros de otra tribu. Vamos, las cosas le salen mal, y no porque sea una mujer anacrónicamente feminista sino porque la vida es complicada, para todos. De hecho, sus crueles raptores no son otros que mujeres, que no dudan en humillarla y esclavizarla. Con esto, Mireia evita una dicotomía en la que se cae a menudo en la ficción, ni los hombres son malos ni las mujeres son buenas, ambos géneros tenemos la capacidad de actuar de una u otra forma (gracias a Dios).

Y aún más, la muchacha salvaje no consiente que la monte un cualquiera por las buenas ni tampoco logra seducirla un sucedáneo de príncipe azul sobre un corcel blanco (un barbudo no tan salvaje como los demás acompañado de una rata) pero eso no significa que no pueda o quiera disfrutar del sexo, de la misma forma que no vincula el sexo con el amor. Se trata de una chica de lo más espontánea, que se guía únicamente por sus deseos inmediatos y que solo mira por sí misma. Imagino que este egolatrismo tan marcado iba a evolucionar en los siguientes tomos (esos que promete el #1 del lomo) pero, desgraciadamente, no hay visos de que se publique una continuación...


El dibujo es muy particular, como muy basto, muy dinámico, muy colorido, ¡explosivo! Mireia Pérez se sirve de colores vivos en una exhibición artística casi fauvista. Aunque quizá lo que más sobresalga de esta obra es la expresividad de los protagonistas, en especial de la protagonista que, aunque no pronuncia una sola palabra en todo el tomo, se comunica con increíble facilidad con los lectores.

No sabía qué esperarme cuando le eché el guante a esta novela gráfica y, como suele pasar cuando una va sin expectativas, me ha sorprendido muy gratamente. Me ha gustado más que las breves colaboraciones de Mireia Pérez en el webcómic veraniego ya cancelado, esto me parece muy significativo ya que normalmente suele ocurrir al revés, es relativamente fácil salir bien parada de una tira cómica pero construir una historia larga que aguante el tipo tras más de cien páginas es un hito que la autora supera con creces.

domingo, 14 de febrero de 2016

Barcelona, los Vagabundos de la Chatarra

Tras ver este título en incontables listados de los mejores cómics publicados en España durante el 2015, tenía muy claro que tenía que darle al menos una oportunidad. En un primer momento no me sentí especialmente tentada a catar esta historia porque intuía que no iba a ser precisamente amena. Mi presentimiento se vio cumplido enseguida pero no por ello me ha decepcionado la lectura de esta novela gráfica, al contrario.


Al tratarse de una obra periodística, carece de sentido que escriba una sinopsis. Jorge Carrión y Sagar se recorrieron Barcelona en bicicleta durante un año, adentrándose en el puerto, en los barrios periféricos, en naves okupadas y también en los antiguos Encants que, durante la creación de esta obra, realizaron su mudanza definitiva, entrevistando a inmigrantes sin techo y, a veces, sin papeles, cuya única fuente de ingresos son el cobre y el aluminio que puede recuperarse de los contenedores.

Este cómic no deja de ser un reportaje a pesar de que el noveno arte no sea un medio que se asocie tradicionalmente ni a las obras de no ficción ni, mucho menos, al periodismo de investigación (aunque las autobiografías hace años que se van asentando en el mercado y hay varios autores que están abriendo el camino para hacer del cómic una vía más con la que informar). Sin embargo, guionista y dibujante juegan muy bien sus bazas y se apoyan en los recursos de este medio para acercarnos casi en primera persona al diálogo real de los implicados en el asunto, manteniéndoles en el necesario anonimato sin un esfuerzo consciente.


También se permiten muchas licencias, plasmando en las viñetas sus propias discusiones y cavilaciones entre entrevista y entrevista, llamando siempre a la reflexión objetiva de los hechos. Los Vagabundos de la Chatarra no nos cuentan una historia con introducción, nudo y desenlace, nada más lejos de la realidad, este cómic nos cuenta un problema, un problema que empezó mucho antes de que Jorge Carrión y Sagar empezaran su investigación y que, tristemente, perdurará mucho después de la publicación de la obra. Se trata de una de esas feas verdades que sabemos que están ahí pero en las que preferimos no pensar demasiado mientras no nos toquen directamente.

Si la crisis nos ha afectado a prácticamente todos los españoles, con sus despidos, sus EREs, sus recortes, ¿hasta qué punto puede verse perjudicado el día a día de los inmigrantes que vinieron a ganarse la vida con la construcción? ¿quién no ha visto a ninguno husmeando en un contenedor al lado de casa o del trabajo? Y, sin embargo, nunca van a recibir la atención mediática de la diada de Cataluña (que es, de hecho, el punto de partida de la historia), las elecciones se suceden (tal y como reflejan los carteles electorales plasmados en las viñetas del cómic) pero nunca nadie piensa en ellos.


No estamos hablando de los refugiados de Siria, de niños inocentes que han perdido su hogar sino de hombres que, aunque tampoco tienen techo, han venido aquí por voluntad propia, algunos de ellos cuentan con antecedentes penales en sus países de origen y otros no dudan en tener hijos que no pueden mantener y que, una vez aquí, se ven obligados a infringir la ley para poder subsistir. ¿Podemos increpar a un sin techo por okupar una nave abandonada? ¿Podemos increpar a la policía o al ayuntamiento por desalojarlos de una propiedad privada? La lectura de este volumen evoca todas estas cuestiones y más pero no arroja respuestas ni soluciones, porque tal y como están las cosas, no parece haberlas.

Sagar nos deleita con un grafismo personal y propio, anguloso y abocetado, jugando con el color y deformando la realidad libremente sin que por ello deje de reflejarla con autenticidad. Especial relevancia toman los fondos en un cómic en que el emplazamiento es parte de la historia, para los que conocemos Barcelona, es extremadamente fácil ubicarnos en cada una de las localizaciones a pesar de que, como digo, no se trata de un dibujante que pretenda representar la realidad fotográficamente (lo que se convierte en un soplo de aire fresco para mí).


En resumen, una lectura estimulante que llama a la reflexión y que nos obliga a recordar esa parte deliberadamente ignorada de nuestra sociedad. Sin duda, uno de los mejores álbumes editados a lo largo de 2015.

viernes, 12 de febrero de 2016

Pistoletazo de salida para el tercer crowdfunding de Art 88/46

Aunque hace mucho que no hablo de este cómic en el blog, eso no significa ni que haya dejado de leerlo página a página religiosamente ni que haya dejado de gustarme. Hace apenas unos días que finalizó la publicación online del tercer tomo de Art 88/46 por lo que Rata no ha tardado en poner en marcha un crowdfunding de lo más jugoso.


Y es jugoso por muchos motivos: por un lado, aportéis lo que aportéis, todas las recompensas incluyen la edición digital de los tomos 1 y 2, con contenido extra que se irá revelando a lo largo de la campaña (hoy mismo Rata ya ha anunciado la colaboración de los artistas Olaya Valle y SamCube, que pondrán los lápices y pinceles a sendas historias guionizadas por Rata, ampliando el universo de Art); por el otro, podéis adquirir originales por 20 miserables euros (que es una auténtica ganga) ¡e incluso aparecer en el cuarto tomo de Art!

Aunque quizá una de las principales razones por las que me gustaría que el crowdfunding recaudara muchos fondos (a parte de la obvia publicación en papel del tercer tomo) es el objetivo extra que se ha marcado el autor: si la campaña alcanza, no ya los 3000 sino los 3500€, también editará en formato físico Yo, Domobot (otro cómic suyo que podéis leer gratuitamente) y lo enviará sin coste adicional a todos los participantes del crowdfunding.


Para los recién llegados y/o los que anden perdidos, Art 88/46 es un (web)cómic de ciencia ficción, en curso desde hace unos años, que cuenta con más de 300 páginas publicadas gratuitamente tanto en subcultura como en la web personal del autor. Después de dos campañas de crowdfunding o micromecenazgo, Rata ya consiguió editar en papel los dos primeros tomos de este título que, por cierto, podéis adquirir también con la campaña actual.

A estas horas han pasado ya casi dos días desde que se inició la campaña recaudando 1.373€ del objetivo inicial de 3.000€ gracias a 77 mecenas, ¡entre los que me incluyo! Y no podría estar más triste, no me creo que solo haya 77 personas dispuestas a gastar su dinero en el trabajo de Rata porque, sinceramente, es uno de los mejores webcómics en curso que sigo actualmente. Entiendo que al tratarse de una historia densa, a muchos os tire para atrás seguirla digitalmente con una o dos páginas a la semana y, precisamente por eso, os animo a darle una oportunidad ahora, en su edición en papel, que estoy segura de que disfrutaréis.


Como el propio Rata reconoce en el vídeo de presentación del crowdfunding, Art 88/46 es una obra increíblemente ambiciosa. De hecho, es el tipo de obra que jamás habría echado raíces en una editorial pero que él puede desarrollar libremente, sin preocuparse de la longitud ni de si es o deja de ser comercial, gracias a la autoedición. Si os animáis a contribuir, os encontraréis con un cómic de lo más rico, con reminiscencias a Asimov y Tolkien, y un gran abanico de personajes, escenarios y giros de tuerca inesperados (y un dibujo excelente por cierto).

Presentación del 34 Salón del Cómic de Barcelona

Ayer a las 12h tuvo lugar la presentación de la próxima edición del Salón del Cómic de Barcelona, que tendrá lugar en la Fira de Montjuïc del jueves 5 al domingo 8 de mayo. Durante esta presentación se revelaron las principales exposiciones que se exhibirán así como algunos de los invitados internacionales confirmados y, por supuesto, el que siempre es el foco mediático del evento: su cartel.


Como podréis deducir del mismo, uno de los protagonistas del evento será Francisco Ibáñez, padre de los célebres Mortadelo y Filemón, con motivo de su 80 aniversario y como referente que es del tebeo español. Por ello, contará con una exposición que revisa la totalidad de su obra bajo el título de Per molts anys, Ibáñez! o ¡Feliz cumpleaños, Ibáñez! que incluirá más de cien originales. Siguiendo con las exposiciones, Viñetas sobre ruedas pone en su punto de mira los vehículos que aparecen en el cómic: coches, motos y bicis van a convertirse en protagonistas en una exhibición que no solo contará con unos 200 originales sino también con vehículos reales expuestos. También se aprovechó la presentación para recordar que habrá sendas exposiciones para cada uno de los ganadores de los premios del pasado salón, es decir, Las Meninas (mejor obra de autor español), Enrique S. Abulí (gran premio del salón), Miki Montlló (autor revelación) y Thermozero Cómics (mejor fanzine).


Por otro lado, se desvelan algunos de los creadores (dibujantes y guionistas) y editores invitados al certamen (podéis conocer a los ya anunciados en este link) en colaboración con las editoriales Dibbuks, Salamandra Graphic y Norma Editorial. Pero, por supuesto, son muchos los autores por anunciar, tanto nacionales como internacionales, que se irán conociendo en las próximas semanas.


Pero, sin duda, la novedad que más me ha sorprendido de esta edición es la colaboración entre MNAC y Ficomic que va a posibilitar que con la misma entrada al salón del cómic pueda accederse gratuitamente al MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña), cuya visita os recomendé y os recomiendo encarecidamente. De hecho, yo aprovecharé para volver seguro, y más teniendo en cuenta que esta visita gratuita podrá realizarse del 6 de mayo al 6 de junio.

Y esto es todo ¡por ahora! En los próximos meses iremos conociendo las actividades y talleres, el listado definitivo de autores, sus sesiones de firmas y los nominados a los premios de esta 34 edición.

jueves, 11 de febrero de 2016

Leyendo sobre bullying

Hoy os traigo una entrada de últimas lecturas un poco particular donde en lugar de agrupar los tomos por género, demografía o editorial he preferido centrarme en un tema concreto que está muy en boga últimamente: el bullying o acoso escolar.


A dos tomos del final sigo pensando que A Silent Voice es un manga peligroso. Cuenta la evolución de varios personajes desde la infancia hasta la adolescencia y, conforme lo hace, transmite una serie de mensajes de dudosa interpretación. Por un lado nos muestra a una víctima de acoso escolar, Shôko Nishimiya, que se culpabiliza a sí misma ya no solo del abuso que sufrió en su propia carne sino también de que Sahara se transfiriese de escuela o de que Ishida acabara sufriendo acoso a su marcha. Por el otro, se nos ofrece todo un abanico de alternativas viables de cómo puede acabar un acosador. El propio Ishida, al recibir acoso él también, se dio cuenta de lo que había hecho y acabó, primero, intentando suicidarse y, segundo, construyéndose un curioso escenario en el que cualquier persona es tachada de forma inmediata de su círculo social, vacío, convenciéndose de que nunca va a tener amigos, de que no se los merece y de que quizá no los necesita. En una perspectiva totalmente alejada se encuentran Ueno y Kawai. Ueno reaparece años después dispuesta a seguir haciéndole la vida imposible a Nishimiya, convencida de que todos los problemas del grupo de amigos los ha causado ella. En cambio, Kawai no quiere reconocer el papel que tuvo en el acoso a Nishimiya y, más adelante, a Ishida y no duda en sacrificar a uno de ellos con tal de mantener su estatus social en la clase; es difícil saber hasta qué punto se cree o no sus propias mentiras.


A pesar de que Ishida se siente realmente culpable de lo que hizo, acaba tratando con Nishimiya como si nada y como ella lo permite impulsada siempre por su nula autoestima y su sentimiento de culpabilidad infinita, ambos se quedan estancados sin poder avanzar. Así que, al margen de lo consciente que sea Ishida de sus faltas, prefiere ignorar todo el pasado compartido actuando con cierta hipocresía con tal de conservar el pequeño círculo de amigos que se ha granjeado gracias a Nagatsuka. Pero el caso es que todos los personajes avanzan y se relacionan entre ellos sin procesar lo que ocurrió en la escuela primaria, sin reconocer sus errores unos y sin perdonar (ni condenar) a sus agresores los otros. No hay clausura. No es hasta la catarsis del quinto tomo cuando todos parecen darse cuenta de la situación, sacando toda la mierda de debajo de la alfombra, obligados al fin a enfrentarse a todo lo que ocurrió. Por eso mismo creo que los últimos dos tomos serán cruciales para que se acabe de forjar mi opinión formal sobre A silent voice en función de cómo evolucionen los personajes a partir de este claro punto de inflexión.


Pero esto no es todo, Nishimiya no solo sufre acoso escolar sino que su persona se ve absolutamente menoscabada también en su unidad familiar. Sus familiares paternos directamente la repudian y la abandonan en manos de su madre, sola y embarazada, por el mero hecho de ser sorda. Esta situación endurece en extremo el carácter de la madre de Nishimiya, con muy malas consecuencias en su crianza, de lejos demasiado estricta e inflexible. Incluso Yuzuru, su hermana pequeña, que claramente la aprecia, adora y admira, le corta las alas con un juicio que, en su mente infantil, parece lógico.


Hace poco estuve en la exposición +Humans que se exhibe actualmente en el CCCB (en Barcelona) en la que, entre otras muchas instalaciones, se proyectaba una charla TED de Aimee Mullins, en la que esta atleta y modelo discute los distintos sinónimos aceptados en el diccionario de la palabra discapacitado y lo que éstos reflejan de nuestras sociedad y mentalidad. La madre de Nishimiya no deja de decirle a su hija lo que puede y lo que no puede hacer, incluso su hermana pequeña le reprocha que es inútil que trate de pronunciar las palabras en voz alta y le recomienda que se limite a hablar mediante la lengua de signos. En este sentido, no me gusta que Nishimiya esté acomplejada por su discapacidad pero sí que, a lo largo de los tomos tantos sus compañeros como sus familiares la empoderen, le confieran fuerza para ser quién ella quiera. Podría seguir con este tema pero hasta que no termine el manga no sabré si me gusta o no el mensaje que transmite la autora sobre cómo vivir con una discapacidad.


Como historia sobre acoso escolar, muchos considerarán que A silent voice deja mucho que desear. Sin embargo, si se plantea como una obra sobre cómo asimilar este acoso, la cosa cambia. Nos pueden parecer muy deplorables ciertas actitudes e incluso renegar de la autora por centrarse en trivialidades como ir al parque de atracciones o al karaoke (¡con una persona sorda!) pero creo que refleja muy bien el hecho de que la vida sigue y que, lleves lo que lleves a tus espaldas, ya seas víctima o maltratador, siempre vas a tener que adaptarte a la vida en grupo y, sobre todo, al amor romántico.


Por supuesto, en una entrada sobre bullying no podía faltar Life, también a dos tomos de terminar, al fin, su dilatada trayectoria en este país. Como ya comenté la última vez, debido al ritmo de la historia, no pasa gran cosa en estos dos tomos, en los que el desenlace del manga se va desenredando con lentitud. Keiko Suenobu sigue apurando hasta el final para añadir violencia y desesperación a la trama. A pesar de que deberíamos poder asistir a la merecida caída estrepitosa de Manami, la autora le otorga tal locura que es difícil quedar satisfecha con la lectura de estos tomos. No vemos arrepentimiento, ni sentimiento de culpa, tan solo una obsesión enfermiza por destrozarlo todo, a todos los niveles. Para Manami, si todo su mundo se desmorona, debe quedar reducido a cenizas también para los demás. Esta actitud roza tanto la psicopatía que me desliga del vínculo emocional que pueda tener con ningún personaje. Como ya nos mostró en Limit, Keiko Suenobu escala rápidamente del acoso escolar a la infracción de las leyes más graves dando así el colofón final a 20 tomos de andadura.


Y sé que está muy pillado por los pelos pero por aquello de hacer la entrada más simétrica, me faltaba un tomo por colocar y creo que Princess Jellyfish (Kuragehime), salvando las distancias, encaja muy bien dentro de la temática. De acuerdo que no se puede ver acoso escolar como tal debido a la edad de los personajes pero sí un fenómeno quizá más alarmante como es la discriminación continuada a aquellos que se salen de lo normal más allá de la infancia o adolescencia, épocas en las que la moralidad no está tan definida, sino en plena vida adulta. Porque significa que una vez alcanzada cierta madurez y en una época en la que uno, por norma general, ya ha aprendido a aceptarse a sí mismo tal y como es, la sociedad sigue señalando con el dedo a aquellos que se alejan de lo socialmente adecuado como puede ser tener un trabajo, formar una familia, maquillarse si se es mujer o no ponerse vestidos y pelucas si se es hombre. Hay una reflexión de Kuranosuke en este segundo tomo que me revolvió un poco las tripas: de acuerdo si eres un poco rarita pero asume que, si aspiras a que te tomen en serio, vas a tener que aparentar ser lo que no eres.