domingo, 14 de junio de 2015

El almanaque de mi padre

He tardado muchos años (demasiados) en estrenarme con Jiro Taniguchi y la verdad es que me arrepiento. Acabé comprando El almanaque de mi padre de rebote, en una de mis tan acostumbradas compras masivas de segunda mano de hace años. Y, supongo que precisamente por eso, no le había dado una oportunidad hasta ahora. Que por cierto, ¿sabéis qué es un almanaque? A mí me sonaba remotamente la palabra pero realmente no tenía ni idea de lo que significaba. Según la RAE se trata de un «registro o catálogo que comprende todos los días del año, distribuidos por meses, con datos astronómicos y noticias relativas a celebraciones y festividades religiosas y civiles» que es un significado que, más o menos, es coherente con lo que ocurre en el tomo:


Yoichi descubre que su padre, al que no ve desde hace más de quince años, ha muerto. Para honrar su memoria deberá viajar a su pueblo natal y enfrentarse a los recuerdos de su infancia, casi todos tristes o traumáticos, al rencor de sus familiares y también a su propio sentimiento de culpabilidad por haberse alejado de esa forma de ellos. Conforme se alarga el velatorio, Yoichi irá conociendo a su padre mucho más de lo que lo hizo en vida, reconstruyendo su verdadera personalidad a partir del testimonio de sus seres queridos.

Los lazos familiares tienden a enaltecerse como un vínculo innato, irrompible e indispensable. Los padres siempre querrán a sus hijos, los hijos siempre querrán a sus padres. Y, en algunos casos, por supuesto que es así pero en la ficción se tiende a idealizar la familia como una unidad sagrada en la que no se admiten rupturas bajo ninguna circunstancia. Es un cliché hollywoodiano que siempre me ha disgustado y, en esta obra, Jiro Taniguchi ofrece un relato mucho más realista de lo que creo que es, o puede ser, una familia de verdad.


Puesto que la práctica totalidad del cómic consiste en una serie de flashbacks que se remontan a la infancia y adolescencia de Yoichi, el lector se ve transportado no solo a otro país sino también a otra época. Qué relación había entre estadounidenses y japoneses apenas unos años después de la Segunda Guerra Mundial, cómo afronta la sociedad japonesa una catástrofe como que un incendio arrase una ciudad entera, qué implicaciones tenía ser estéril, qué llevaría a una pareja a divorciarse hace más de cincuenta años, o a un adolescente a marcharse de casa para no volver jamás.

Todos y cada uno de los personajes que aparecen en El almanaque de mi padre son de lo más imperfectos. Unos demasiado egoístas, otros demasiado caprichosos y otros demasiado orgullosos. Es una mala combinación entre estos defectos la que precipita un gran cisma en una familia hasta entonces aparentemente funcional. Y, como suele pasar, todos tienen su parte de culpa en lo que ocurrió y, cuando uno se pone a pensar en lo que hizo y dijo cuando ya es demasiado tarde para arreglar nada, solo queda el arrepentimiento y el pesar. No hay final feliz, tampoco desenlace, tan solo comprensión y amargura.


Jiro Taniguchi fue capaz de representar la dicotomía entre cómo vemos y entendemos a nuestros padres cuando somos pequeños a lo que pensamos de ellos una vez crecemos y les conocemos de verdad. La unidad familiar es un tema que, aunque parezca mentira, suele pasar muy desapercibido en el manga, en el que los familiares de los protagonistas o no aparecen o lo hacen de forma tremendamente superficial y/o alejada de la realidad. Me maravilla el retrato tan fiel que ha hecho Jiro Taniguchi de las relaciones fraternales. Especialmente brillante me parece que, movido por el odio hacia su padre, Yoichi se aleje tanto emocional como físicamente de él, todo para acabar convirtiéndose en su calco.

El dibujo es excelente al igual que el guión. Taniguchi es uno de esos autores que realmente sabe dibujar todo tipo de escenarios, mobiliario, animales, expresiones faciales, edades y evolución de personajes con corrección sin caer en la caricatura ni en la simplificación. En cuanto a la edición, he leído la segunda que tiene este título en España que, actualmente, se encuentra ya descatalogada y reemplazada por la mucho más cara reedición en la línea timo Trazado de Planeta. Me parece un espanto lo que hicieron con la portada original, mucho más bonita que la adaptada y que, además, se mantuvo en las múltiples ediciones de este manga fuera de Japón; excepto en España, claro está.

Por supuesto, recomiendo encarecidamente la lectura de este tomo. No puedo esperar a seguir deleitándome con las obras de este mangaka y tengo la suerte de que hay decenas de ellas publicadas por estos lares. 

4 comentarios:

  1. Me encanta Taniguchi, pero este no lo he leído... quiero cogerlo en la linea trazado esta, pero el precio me frena.

    A ver si consigues más! barrio lejano! un zoo en invierno!

    Lo mejor es que en las bibliotecas hay bastante de taniguchi :_)

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    1. ¡No sucumbas al timo Trazado! Tienen que tener la edición antigua en alguna parte... ¿no? Ay, es lo típico que se podría buscar en un salón del manga si no se hubiese prostituido tanto con los años.

      Me apunto Barrio Lejano y Zoo en invierno pues =)

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  2. Al igual que tú, es lo primero (y, de momento, único) que he leído de este hombre. En su momento me encantó y también me planteé hacerme con el resto de sus obras (conseguí Barrio Lejano) pero el precio de la mayoría de ellas... Uff.

    Magnífica reseña, cielo ;)

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  3. A mí también me encanta Taniguchi, 'El olmo del cáucaso' y este que comentas son muy bonitos. Un saludo.

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